ELIGE BIEN

lunes, 17 de abril de 2017

AFILIATE, ya somos legales

“Ya somos legales… En esta frase se encierra todo un proceso de cuarenta años de lucha de la clase obrera de nuestro país, que con enormes sacrificios y con cárceles y despidos ha rehecho, huelga a huelga, despido a despido, su organización de clase en condiciones históricamente diferentes al pasado, y ha creado, a través de Comisiones Obreras, un sindicato de nuevo tipo…
Queremos recordar a los que han caído en este duro y difícil camino, no por encender rencores o querellas (la clase obrera es generosa), sino por demostrar que, si primero conseguimos la tolerancia y ahora la  legalidad en marcha a la libertad sindical plena, no ha sido un regalo”.
Con estas palabras describía Marcelino Camacho, un día después de la legalización, la singularidad de aquel momento histórico, y la trascendencia de una lucha, que ahora, con frecuencia, se desvirtúa o banaliza.
La creación, desarrollo y consolidación de Comisiones Obreras fue un factor decisivo para el avance de la transición democrática, y conviene precisar, como advirtió Camacho que:

“somos legales porque hemos  luchado para conquistar el derecho a la legalidad. Nada nos han regalado”.
El secretario de Organización (de hecho) de CCOO en 1977, Julián Ariza (el primer Congreso, ya en  democracia, de CCOO tuvo lugar en junio de 1978) refuerza la reflexión de Camacho y recuerda que “la situación social y política del país exigía inteligencia y firmeza para cumplir nuestros objetivos.
Se trataba de hacer real la legalización de CCOO, pero también garantizar una democracia plena, sin exclusiones, que permitiera canalizar la expresión del movimiento obrero y de sus organizaciones y convertir el trabajo en el primer factor de cohesión social”.

Eran tiempos de cambio en un país con fuertes tensiones políticas. Grupos económicos y políticos estrechamente vinculados al viejo aparato de la dictadura intensificaban sus operaciones para impedir la conquista de la libertad. No pudieron, y CCOO tuvo mucho que ver con el fracaso de la involución, aunque pagó un alto precio. El asesinato de los abogados de Atocha, todos ellos de CCOO, unos meses antes de la legalización del sindicato fue el ejemplo más claro de lo que afirmamos.
Hubo que actuar en todos los frentes. Movilizando, negociando e impulsando una intensa actividad política e institucional para hacer realidad la legalización. Como afirmó Nicolás Sartorius, “la legalización no es la libertad sindical, pero sí una conquista importante en el camino hacia ella…Nada nos van a regalar, tendremos que seguir presionando y negociando con energía e inteligencia, como hemos hecho hasta ahora, con la ventaja de la legalización”.